18 de septiembre de 2011

Capítulo 10: La cenicienta.

Estaba ansiosa porque sacara el tema del sms, pero no lo hacía. Y yo no podía hacerlo, puesto que quedaría de impaciente, cotilla, y de muchas más cosas, no muy buenas.
- Ah... Se me olvidaba, Gis. El mensaje...
- ¡Oh! Ni me acordaba, pero es cierto, queda pendiente esa conversación. - ¿Ni te acordabas? Que bien sabes mentir, cariño.
- Sí... Bueno, supongo, que no tendrás ni idea, de que quería o pretendía decirte.
- No... no tengo la menor idea.
- Pues... Dios, mira, no es muy fácil para mi decir este tipo de cosas, pero para todo hay una primera vez.
Cada palabra que decía, cada sílaba, cada letra, hacía que mi corazón acelerara su ritmo, hasta lograr salir de mi pecho, dejando caer de un hilo mi respiración. De hecho, mi mirada estaba tan fija en él, que no recuerdo si en ese momento mis pulmones tenían aire dentro.
- Pues... adelante. - Le animé, ya que hubo un gran silencio en el cual no veía pausa, ni fin.
- Mira, tú y yo no es que hayamos sido muy amigos la verdad. Será por la distancia, las circunstancias, o yo que sé por qué. Pero el caso es que, me gustaría... bueno, no. Me encantaría que para ti fuera algo más que un amigo. - ¿Más que un amigo? ¡Dios! ¡Dios! ¡Termina ya, por favor!
- ¿Qué... qué?

- Quisiera que fuéramos muy amigos, que confiáramos el uno en el otro, que nos contáramos todo. Para mi está siendo muy duro alejarme de mi familia y amigos, con esta mudanza. Y quiero tener cerca de mi un hombro en el que poder llorar. Quiero tenerte cerca, para saber que nunca me va a faltar de nada si te tengo a ti. No se si me entiendes... Quiero... Quiero...
- Yo quiero algo también...
- ¿Qué quieres?
Unas ganas terribles de besarle recorrieron todo mi ser. La verdad, nunca había tenido un beso en condiciones, un beso de verdad, un beso sincero, en toda mi vida. Pero estaba decidida.
- Quiero besarte. - Cuando dije esas palabras una sensación demasiado fuerte se apoderó de mi, y mis labios se juntaron demasiado rápido con los suyos, dando paso  por fin a un beso dulce, sincero, un beso esperado por mi desde hacía años. Tal vez, tan rápido, por miedo a que fuera rechazado. El mejor momento de mi vida. El mejor, sin duda. Lo quería, lo quería con toda mi alma. Fue un beso muy corto, pero muy intenso.
- Gis, gis, gis...
- ¡ Por favor! ¡Di algo! ¡No se que me ha pasado, soy una estúpida, soy una estúpida! ¡Por Dios, me quiero morir! ¡Soy la más estúpida de las estúpidas de todo el mundo!
- No, no digas eso...
- ¡Sí! ¡Es la verdad! ¡He jodido algo tan bonito! ¡Tan... Dios! - Entonces, eché a llorar... sin poder evitarlo. Soy tan bipolar. No era arrepentimiento, porque no podía arrepentirme de ese beso. Pero... me sentía muy mal. Álex, Álex, Álex... era lo único que podía escuchar en mi cabeza. Quería a Álex, quería a Dani... Y todo era tan confuso.
- No llores, por favor, no llores...
- Lo siento, Dani... Lo siento de verdad. Olvida lo que ha pasado. ¡Olvídalo!
Entonces salí corriendo por la puerta de aquella casa, que aún tenía olor a cerrado, a humedad. Y la última imagen que tuve de Dani fue un intento de consolarme, de que dejara de llorar. Pero fue imposible. Llegué a mi casa, y lo único que pude hacer es encerrarme en mi cuarto, y apretar mi rostro contra la almohada. Y llorar, y llorar... y llorar. Entonces escuché como la puerta de mi habitación se abría lentamente.
- Gis... Los papás se han ido hace nada. Porque decían que llegarías pronto. - La voz de mi hermana pequeña, tan dulce... tan ingenua, y tan inocente... era una voz celestial, como de un angelito - ¿Estás llorando? ¿Qué te pasa?
- Nada... cosas de mayores... - Me dolía tener que decirle eso a mi hermana, ya que cuando yo era pequeña, me fastidiaba mucho que me dijeran eso. Pero es que, no me apetecía contarle nada a nadie.
- Pero, yo soy mayor. Puedes contármelo.
- No, Nuria... De verdad, estoy bien. De verdad. - Sonreí falsamente, para que dejara de preocuparse.
- Bueno, vale, te creo. Pero un bicho muy grande se había de haber metido en tu ojo, para que lloraras así. - Y echó a reír, con esa risita suya de diablillo.
- Sí, muy, muy grande. ¿Te leo un cuento?
- ¡No! ¡De eso nada monada! 
- ¿Y eso por qué? Te encanta que te lea cuentos.
- Pero es que... tu siempre me lees cuentos cuando estoy triste. Y ahora estás triste tú. Así que, te voy a leer yo a ti el cuento. ¿Vale? - Podía ver como se levantaba de mi cama para coger del estante bajo de la librería: "La cenicienta". Era su cuento favorito, y también el mío, puestos a hablar de cuentos.
- Este, te voy a leer este. - Dijo sonriente, y feliz.
- De acuerdo. - Entonces se recostó en mi pecho, y se tumbó a mi lado. Abrió por la primera página el libro y empezó a leer.
- Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo una joven muy bella, tan bella que no hay palabras para describirla. Se llamaba Cenicienta...
Escuché a mi hermana pequeña leer el cuento, con su dulce voz, hasta la última de las páginas: "Vivió feliz, hasta el último de sus días en el palacio, con su príncipe azul..." Su príncipe azul... Y el mío está tan perdido. O tal vez no tanto, quién sabe. Puede que mi príncipe esté más cerca de lo que puedo imaginar.




¿Álex? ¿Dani? ¿Qué pasará? ¡El capítulo 11 muy, muy pronto! Esperamos que os haya gustado este capítulo. Muchísimas gracias nuevamente, por seguir esta historia, y por visitar nuestro Blog. Podéis suscribiros, seguir el Blog, dejar todos los comentarios que queráis, dando ideas, animando, haciendo críticas. ¡Lo que deseéis!
Aquí dejamos nuestros respectivos Tuentis, por si queréis agregar: Patricia Estrella & Jessica Calippo de Limón. ¡Miles de gracias! :)

2 comentarios:

  1. :O dios!, me encanta, a medida que vais haciendo capitulos cada vez escribis mejor :) se notala diferencia desde el primero a este Hahahaha, lo estais haciendo muy bien :) pasaros por mi blog he? un beso!

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias! ¡Sí, ya nos hemos pasado por Anna's Room! :)

    ResponderEliminar