17 de septiembre de 2011

Capítulo 7: Un respiro, un momento, un segundo.

Suena la alarma del instituto, las dos, ¿Cómo? ¿Imposible? Se me ha pasado el día volando.
-Gis, está tarde nos vamos de compras ¿Te vienes? Así te despejas un poco, por tu bien, vendría. – Araceli, alba y Sandra vinieron corriendo. Las notaba demasiado insistentes, a Sandra la que más.
- Vale, de acuerdo. Si queréis nos recoge mi padre, que está tarde no trabaja. ¿A dónde vamos a ir?
- Ya verás. Solo te decimos que de compras vamos… A las cuatro y media pasamos a por ti, arréglate. Y intentaremos ser puntuales.
Me estaba vistiendo, un vestido blanco y azul, con el cuello de pico. Para el calzado, unas sandalias blancas, con dos botones en el centro. Y en el peinado, el pelo suelto, como me he duchado, me he puesto un poco de espuma y se me ha quedado bastante bien.  Llaman a la puerta.
-Gis, ¡baja! -Ya estaban abajo, y para mi sorpresa con diez minutos de adelanto.
Una vez en el autobús, cada una estaba con sus cosas, pensando, hablando, escuchando música. Yo estaba escuchando la canción “The reason” de “Hoobastank” cuando bajamos en la parada adecuada, en la plaza del ayuntamiento.
-¡Vamos a Hollister! – Justo cuando lo dije yo, lo dijeron las demás – Me tengo que comprar unos pantalones, que vi, y me he enamorado de ellos. Llevo un mes ahorrando, pero…
- Se cuales dices, a todas nos encantaron- Dice Sandra, mientras se ríe, la vez que vi los pantalones, iba con ella. Y me compré la sudadera, que aunque sea de chico, ni lo parece. Azul, preciosa.
Ya estamos allí, aunque me cerraran los ojos lo sabría, me encanta el aroma que se respira allí, y los dependientes, vamos… Cuando cojo los pantalones, como ya me venían me dirijo hacia la caja,...
-Gis, ¡pruébatelos! Toma, con esta camiseta ancha, para ver el efecto – Me extrañó un poco, puesto que Araceli sabia que esa es mi talla de pantalón y ya sabía que me venían.
- Está bien, aunque ya se con que ponérmelo. Ya de paso me cojo esta chaqueta, que aunque sea un poco más cara, para invierno estará muy bien.
- ¡Claro que sí! Nosotras nos esperamos por aquí. Si necesitas algo, nos llamas.
Cuando llego a los probadores la dependienta me pregunta cuantas prendas llevo, tres, le respondo y me abre con una llave el probador, anda, mira tú por donde, me ha tocado el grande, ese es genial, parece el pasillo de una pasarela. Primero, los pantalones, vale, eso está claro, me vienen perfectos. Ahora la chaqueta, me encanta, me he enamorado de ella, cuesta 83 euros… No, no me la cojo, vendré con mi abuela y me la comprará ella, por el regalo que siempre me hace para invierno, por las notas, que me la compré y ya me la dará. Salgo de los probadores y no hay nadie, bueno si, un chico hablando por teléfono, un momento, su voz, me resulta muy familiar, demasiado. Se gira. Imposible, Alex.
-¿Qué haces aquí? Que coincidencia ¿eh? – De repente me llega un sms, de Alba,”¿ ya has visto tu sorpresa? He aquí nuestra insistencia en que vinieras” – Vale, ya no es tanta coincidencia. ¿Por qué has aceptado?
- Hola, Gis. He aceptado porque sabes de sobra, que soy un cretino, que tengo que hablar contigo y que las cosas no se pueden quedar así. ¿Te apetece que vayamos a Starbucks?
- Mmm, vale. Espera, que me compro estos pantalones y nos vamos. – Mientras hago cola, les mando un mensaje a las “capullas” de mis amigas; “ sois demasiado simpáticas, ¿lo sabéis, no? A las 8 y media quedamos en la Plaza del Ayuntamiento, que mi padre viene a por nosotras, ya he quedado con el que le acompaño a la parada del metro. Ya os cuento”
- Son cuarenta y dos con noventa. –Me dice el dependiente, que es muy mono. Me da el ticket y una bolsa enorme, en comparación con lo diminuto que es el pantalón. – Gracias por la compra, tenemos página en facebook, síguenos.
Salimos de la tienda, la música de esta aun se escucha, no mucho, pero algo. Ninguno sabemos que decir, yo aún estoy en estado de shook.
-Bueno… Sé que nos hemos visto hoy, cuando ibas hacia clase, me ha apetecido acompañarte, pero tenía que ir a por mi primo, y si no, no le podía avisar.
-Sabes de sobra que no tienes porqué acompañarme, yo no me voy sola, el año pasado si, pero ahora no… ¿A cuál Starbucks quieres ir? Yo suelo ir al de San Vicente.
- Vale, pues si sueles ir, vamos.
Y continuamos caminando en silencio, alguno hace un pequeño comentario chistoso, los dos reímos, y seguimos en silencio…
-Ya estamos, ¿Qué quieres tomar? Yo te lo pido.
- Un frapuccino mediano de chocolate, gracias.- Y mientras él se va a pedir, yo aprovecho para llamar a Araceli, me dice que espera que me lo esté pasando bien, y que mi chico me espera. Que han hablado con él en matemáticas, y que quería quedar conmigo.
- Aquí tienes, y que sepas que te he invitado. – Me dice y sonríe, lleva lentillas, así sus ojos son aún más bonitos.
- Muchas gracias, no tenias porque. Y bien, respecto al mensaje que me mandaste, ¿Qué querías? Esque no te pude responder porque estaba en la prueba de música, pero lo leí.
-Ah, pues quería más que nada pedirte disculpas, soy muy raro en estos temas. Y que a mí también me gustas, pero como muchas me lo han dicho para mentirme, para que me hiciera ilusiones, pero creo que, si te he gustado dos veces, no tiene porque ser mentira. ¿No?
- Pues, raro no hay nadie. Solo son personas diferentes. Y ahora yo no sé qué decir, ¿que se supone que se hace en estos casos?
- Pues se supone que la gente sale, pero… Gis, ¿quieres salir conmigo?
- Alex, ahora ya me has dejado aun mas rallada te importa que me lo piense, y a las nueve cuando bajes a pasear a tu perro, me llamas al timbre y te doy mi respuesta, ¿vale? Esque es tarde, he quedado con mi padre  a las ocho y media y ya son y veinticinco…
- Vale, no pasa nada. Paso a por ti.
De camino a la plaza, veo a Araceli, Alba, y Sandra…Van llenas de bolsas, claro, han aprovechado muy bien la tarde… Ahora les contaré todo lo que he hablado con él, algo en claro he sacado, pero ahora estoy demasiado rallada.
-Chicas, voy a salir con Alex, pasa a las nueve por mi casa, voy a darle la respuesta.
- ¿Qué te ha pedido salir? Que fuerte, que fuerte. ¿Entonces, vas a tener novio? Más te vale, porque como le digas que no. Y no pienses en Dani, es solo un amigo más- Me dice Alba, ella es la que más razona en este sentido de las tres.
- Bueno, ya está aquí mi padre. Ni una palabra de que no he estado con vosotras en toda la tarde.
- Prometido.
Nos subimos en el coche, yo delante, y las demás detrás, en el coche está puesta Europa FM, y suena la canción “El secreto de las tortugas” de “Maldita Nerea”
-¿A quién dejo primero? – Dice mi padre.
- Primero deja a Sandra y después a Alba y Araceli, que viven enfrente.
- Primera parada. ¡Hasta luego! Mañana quedamos, eh.- Aunque se de sobra, que luego le dejare un privado en tuenti, para saber lo que he hecho al final.
- Segunda y última parada. ¡Hasta luego, chicas! Araceli, luego te llamaré.
- Acabáis de estar juntas, ¿Y ya os llamáis? – Interrumpe mi padre.
-Ah, papá, déjame en casa de la abuela, que le tengo que decir una cosa, ahora iré a casa.
Me deja, y me dice que puede que se vallan ha cenar por ahí, yo como no tengo hambre me quedaré en casa. A lo lejos se ve una silueta, es Alex. Corro hacia él.
-Escucha, que sí. Pero prométeme que no me vas a utilizar.
- Te lo prometo.

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